31 de Enero, 2010
Día Nacional de la Poesía
Día Nacional de la Poesía
La pregunta mala.
La pregunta me cuelga de los labios,
se pega más, se divide en montones
de preguntas agudas como espadas:
voces que le preguntan al niño por qué llora
si el llanto no conmueve a las paredes del mundo.
Gritos que le preguntan al anciano
Por qué aún no ha muerto si la vida
le ha negado el derecho al testamento.
Llantos que le preguntan a las madres
Por qué paren más hijos
si la tierra nunca les tiene listo un lecho nuevo.
Horcas que les preguntan a los ricos
si no les sabe a sangre el alma
cuando el viento les trae voces de peones sin vestido,
voces de hijos de peones sin almuerzo,
de mujeres de peones sin cazuela.
Gritos que les preguntan a los pobres
por qué no han levantado sus cuchillos
para cortar el pan que no se comen.
Blasfemias que preguntan temblando al sacerdote
si no le sabe a sangre el asiento del auto
Cuando los cristos sangran colgando de las cruces.
Preguntas como heridas,
preguntas como argollas
que no quieren zafarse de los labios
y siguen preguntando, preguntando,
mientras el viento pasa y la tristeza
cae como piedra sobre el mundo.
Jorge Debravo, “Nosotros los hombres”
La pregunta me cuelga de los labios,
se pega más, se divide en montones
de preguntas agudas como espadas:
voces que le preguntan al niño por qué llora
si el llanto no conmueve a las paredes del mundo.
Gritos que le preguntan al anciano
Por qué aún no ha muerto si la vida
le ha negado el derecho al testamento.
Llantos que le preguntan a las madres
Por qué paren más hijos
si la tierra nunca les tiene listo un lecho nuevo.
Horcas que les preguntan a los ricos
si no les sabe a sangre el alma
cuando el viento les trae voces de peones sin vestido,
voces de hijos de peones sin almuerzo,
de mujeres de peones sin cazuela.
Gritos que les preguntan a los pobres
por qué no han levantado sus cuchillos
para cortar el pan que no se comen.
Blasfemias que preguntan temblando al sacerdote
si no le sabe a sangre el asiento del auto
Cuando los cristos sangran colgando de las cruces.
Preguntas como heridas,
preguntas como argollas
que no quieren zafarse de los labios
y siguen preguntando, preguntando,
mientras el viento pasa y la tristeza
cae como piedra sobre el mundo.
Jorge Debravo, “Nosotros los hombres”